martes, 5 de septiembre de 2017

¿Cómo no procastinar? La regla del minuto

Se conoce por procastinación a la tendencia que podemos desarrollar a postergar aquello que tenemos que hacer para más adelante. Por lo general, acabamos haciéndolo cuando no nos queda más remedio, en la temida “última hora”.
Si se hace de manera puntual no supone ningún problema, pero si vemos que estamos empezando a tener problemas ( se nos pasan fechas de entrega o se nos acumula el trabajo en determinados momentos), entonces debemos empezar a trabajarla, ya que está interfiriendo en nuestra vida diaria.
Además hay que tener en cuenta que personas muy procastinadoras tienden a tener unos niveles más bajos de autoestima, ya que entran en un círculo vicioso: como dejo las cosas para última hora me siento mal y culpable conmigo mismo, por lo que cada vez voy a hacer menos cosas, dejando cada vez más para última hora..., etc. Hay que tener en cuanta que cuanto peor nos sentimos más tendemos a la inacción y al dejar de hacer cosas.

¿Como podemos luchar contra ella?
Debemos tener en cuenta una serie de aspectos que se desglosan a continuación .

¿Qué es lo que evitamos?

En primer lugar hay que ver qué es lo que estamos evitando realmente. Por lo general es muy poco habitual el que dejemos para más adelante aquello que nos gusta o nos apetece. Siempre postergamos las cosas aburridas o aquellas que nos ponen un poco nerviosos. Contra las primeras hay que trabajar la autodisciplina, pero para las segundas conviene darnos cuenta de qué cosas estamos evitando y a cuáles nos conviene acostumbramos a hacer frente. Si por ejemplo, me agobia el ir a una tienda a cambiar algo quizá debería intentar acostumbrarme a realizar este tipo de acciones.


Si lo pensamos, la palabra pavor puede verse como:

Pretexto para
Atenuar la
Vitalidad y la
Operatividad de tus
Realizaciones

¿Cómo trabajo la autodiciplina?
En otras ocasiones, simplemente no hacemos las cosas porque no nos apetece . En ese caso hay cinco pasos que puedes seguir:
  • Análisis de coste/beneficio; tenemos que valorar en primer lugar qué beneficios vamos a sacar de hacer aquello que estamos postergando.Por otro lado debemos analizar todos los problemas que puedan surgir, buscando soluciones para ellos.
  • Organizar un plan, organizado en etapas aquello que quiero hacer.
  • Facilitar la tarea, poniéndome objetivos realistas.
  • Pensar positivamente, evitando frases como lo “hago todo mal”.
  • Reconocernos los méritos y no infravalorar nuestros esfuerzos.

Si los quieres ver más desarrollados, pincha aquí

La regla del minuto

Muchas veces tenemos que irnos acostumbrando a hacer las cosas de una manera inmediata y no dejarlo para después. Para ello podemos irnos acostumbrando a hacerlo de manera gradual. Para ello está la regla del minuto: si tenemos que hacer algo que se pueda hacer en un minuto, ya sea responder un mensaje o un correo por ejemplo, debemos obligarnos a hacerlo de manera inmediata. De este modo, vamos acostumbrándonos a no demorar nuestras tareas. Cuando lo hayamos conseguido, aumentamos a 10 minutos, a media hora, una hora...etc.


Es mucho lo que podemos ganar, ¿Empezamos?

jueves, 28 de enero de 2016

¿Cómo superar una ruptura de pareja?

Muchas veces es inevitable el que una relación no funcione. Ya sea por nuestra parte o del otro o bien llegando a un acuerdo, nos tenemos que enfrentar a la idea de que las cosas no van a ser como antes y plantearnos como queremos afrontar esta pérdida. Aquí van algunos consejos.



  • Asumir que vamos a estar mal durante un tiempo
Por muy duro que nos sea tenemos que asumir que hay que pasar por un periodo de duelo por la relación perdida. Obviamente no es de la misma intensidad que cuando perdemos a un ser querido, pero sí que funciona de una manera similar. Nos dolerá durante un tiempo, tras el cual podremos volver a encontrarnos bien.

  • Luchar contra la idea de que sin él o ella no podemos ser felices.
Esta idea está muy presente: sin su presencia yo no soy feliz. Tenemos que diferenciar entre ser feliz o no o estar más o menos tristes en un momento dado. Aquí es lógico que estemos tristes por la pérdida, pero eso no significa que nos hayamos convertido en unas personas infelices el resto de nuestra vida. El malestar y las emociones negativas ( al igual que las positivas) pasan y se desvanecen con el tiempo.

Otra idea que puede ayudarnos es pensar cómo estábamos antes de conocer a esa persona. Si por esa época no conocíamos a nuestra ex-pareja y éramos capaces de ser felices y de disfrutar de las cosas, podemos deducir que en un futuro también podremos ser felices sin que esta persona esté en nuestras vidas.


  • Retomar todas aquellas cosas a las que habíamos renunciado ( si es que hemos renunciado a algunas)
Uno de los mayores errores que se cometen en pareja es el de renunciar a todo por estar todo el tiempo con esa persona. Renunciamos a amigos, aficiones, actividades que nos gustan...etc.
Pues si ha sido así, ha llegado el momento de retomar todo aquello que habíamos dejado atrás. ¿No crees?



  • Ocupa tu día a día, no te quedes sólo con el dolor.

Cuando nos sentimos mal lo que nos apetece es quedarnos solos para darle vueltas a lo que ha ocurrido, para intentar darle sentido, o simplemente para repasar todo lo ocurrido una y otra vez. Hay que tener en cuenta que aunque sea eso lo que nos apetezca es justo lo que peor nos puede venir. Lo bueno es ir alternando momentos en que estemos asimilando todo con momentos en que nos obliguemos a centrarnos en otras actividades (aunque no nos apetezcan mucho) de manera que el tema de la ruptura no se convierta en una obsesión para nosotros.


  • ¿Realmente estamos destinados a tener una sola pareja a lo largo de nuestras vidas?
    Estamos muy influidos por el mito del andrógino, de Platón.
    Según esta historia antes poblaban la tierra unos seres denominados los andróginos. Estos eran seres redondos con cuatro brazos y cuatro piernas y de un inmenso poder. Los dioses, celosos de ellos, decidieron cortarlos por la mitad, y de cada uno de ellos surgieron dos hombres, dos mujeres o un hombre y una mujer. Desde entonces todos estamos buscando a nuestra otra mitad para poder considerarnos seres completos. Se cree que de aun surge la idea de nuestra media naranja.”


Es una historia muy bonita, pero sobre la que no podemos basar nuestras vidas. Si observas a tu alrededor te darás cuenta de que hay parejas que llevan juntas todas la vida, pero que también hay otras que que han surgido después de relaciones fallidas y también que ha habido relaciones muy bonitas en las que el amor se acabó, simplemente y los dos miembros han podido ser felices en relaciones posteriores.
No estamos predeterminados, nosotros decidimos.



  • No eres demasiado mayor para empezar una nueva relación
Y digo esto sin saber la edad que tienes . Según vamos creciendo y teniendo más edad tenemos unas expectativas u otras de las relaciones de pareja, luego es lógico pensar que habrá otras personas de nuestra misma edad que estén buscando lo mismo que nosotros en una relación. Quizá ahora no tengamos tantas oportunidades como en la adolescencia, ero si de mejor calidad.

  • No hay que tener miedo al cambio
La ruptura de una relación, siempre acarrea cambios en nuestras vidas, y es normal que nos de miedo la incertidumbre acerca de cómo va a ser nuestra vida ahora. Hay que tener en cuenta que tener miedo no es malo, nos prepara para afrontar lo que a ocurrir, pero que tenemos que controlarlo para que no invada todo. También hay que dejar espacio para la confianza en nosotros mismos y en nuestros recursos y en la capacidad de construir y adaptarnos a un nuevo futuro.


En conclusión, el camino no es fácil, pero llegará un momento en que lo superarás . Si, por el contrario, ves que pasa el tiempo y no es así, o si no te ves capaz de avanzar sólo, quizá sea el momento de pedir ayuda profesional que te permita superarlo.


miércoles, 20 de enero de 2016

Hipnosis clínica ¿Cómo nos puede ayudar?



Todos hemos oído hablar de ella, o hemos visto sus efectos en espectáculos o películas. Tiene un aura mística con la que es muy difícil el diferenciar el espectáculo o la magia de la realidad. Ya en un artículo anterior hablé de los mitos que hay en torno a ella ( para saber más acerca de la  hipnosis), por lo que hoy me voy a centrar en cómo puede ayudarnos.


¿Qué es en realidad?

Es un estado de consciencia en el que podemos focalizar la atención de una manera más elevada que en cualquier otro estado, permitiendo el poder trabajar determinados ámbitos de una manera más rápida y eficaz.







¿Funciona con todo el mundo?

No, no a todo el mundo se le puede hipnotizar. Todos tenemos lo que se llama un nivel de sugestionabilidad hipnótica que mide nuestra capacidad para ser hipnotizados. Hay personas con un nivel muy elevado a las que se les podrá hipnotizar muy fácilmente y hay otras personas con las que esta técnica no se podrá usar ya que su nivel de sugestionabilidad será muy bajo.


¿Cómo la utilizan los psicólogos?

Lejos del uso que se le da en espectáculos, la hipnosis clínica es una herramienta muy útil si se utiliza adecuadamente. Para ello:





  •        Un buen profesional hará a la persona una buena evaluación de su problema, decidiendo en primer lugar si es pertinente aplicarla para su caso.
 
  •        Por otro lado, evaluará el nivel de sugestionabilidad de la persona, decidiendo entonces si la persona va a poder beneficiarse de ella o no.
 
  •          Cada persona tiene sus tiempos a la hora de trabajar. Es muy difícil saber cómo va responder cada uno, por lo que hay que ir adaptando el proceso a la evolución que siga ésta e irlo combinando con otras técnicas psicológicas que consideremos que van a aumentar su efectividad y complementarla.
 
Se debe, por tanto desconfíar de aquellos lugares que la ofrezcan como única técnica a seguir o que vendan paquetes estándar de tratamiento, aplicándola por igual a todo el mundo, ya que entonces estaría descuidando los aspectos que he mencionado anteriormente.



¿Para qué la utilizan los psicólogos?

La hipnosis se puede usar para muchos tipos de problemas:

  •      Problemas de ansiedad y ataques de pánico.  La hipnosis se puede usar como técnica de relajación, siendo muy eficaz y ayudándonos a controlar los síntomas de la ansiedad, siendo también muy útil por ese motivo para los ataques de pánico.



 
  •     Fobias.  El tratamiento de las fobias consiste en una exposición controlada y gradual a aquello que nos da miedo, acompañado de técnicas de control de la ansiedad. Esta exposición se puede hacer también en hipnosis, permitiendo un mayor control de los síntomas de ansiedad y acortando el tiempo necesario para poder superarlo. Permite también el exponernos a situaciones que no se pueden reproducir en consulta, como por ejemplo el miedo a volar.



  •   Insomnio: puede ayudar a relajarnos y que podamos conciliar el sueño.
 
  •         Dolor crónico. Como he dicho antes, la hipnosis no es magia, por lo que no puede curar el dolor ni la causa del dolor. Sin embargo, sí que puede reducir la percepción de éste. por lo que le dolerá mucho menos, haciendo que la persona tenga una mejor calidad de vida. 
 
 
 



  •          Estrés postraumático, la hipnosis nos permite enfrentarnos a lo que nos está afectando en un entorno controlado , en el que el psicólogo puede controlar perfectamente la situación. y haciendo que la persona pueda elaborar y superar el trauma.



  •         Tabaquismo, alcoholismo, otras adicciones: nos puede ayudar a reducir esa ansiedad que genera la abstinencia y acontrolar el impulso por consumir de una manera decuada


Es, por tanto una técnica que bien utilizada pude ser muy útil en la práctica clínica y que puede ayudar a la persona a mejorar muy rápidamente.

lunes, 14 de diciembre de 2015

El poder de la atribución

¿A qué atribuyes tus éxitos y tus fracasos? ¿Qué factores son los responsables de que triunfes o de que no consigas lo que has pretendido? Dependiendo de a qué le demos más peso o que factores tengamos en cuenta, estaremos haciendo un tipo de atribución u otra.

Aunque existen varios tipos, principalmente podemos hacer dos tipos de atribución:

  • Atribución interna: lo que ha pasado es responsabilidad de la persona. Por ejemplo, si he suspendido un examen es porque no he estudiado, luego la causa está en mí.
  • Atribución externa: lo que ha ocurrido es responsabilidad de los otros o de factores externos. Que no tienen nada que ver con uno mismo. Así, siguiendo el ejemplo del examen, diré que he suspendido porque el examen era muy difícil o porque el profesor me tiene manía.

Como con la mayor parte de las características psicológicas, tan malo es el situarnos en un extremo como en el otro. Es decir, una persona con una visión adecuada de las cosas sabrá atribuir de la manera adecuada. Algunas veces será su responsabilidad y otras será culpa de factores que no tengan que ver con ella.

Los problemas, como he dicho anteriormente vienen cuando tendemos a hacer cierto tipo de atribuciones y dejamos las otras de lado, así:

  • Cuando atribuimos todos nuestros problemas a factores externos, dejamos de responsabilizarnos de ello, por lo que no debemos actuar, porque no es culpa nuestra.
    Por ejemplo:si no apruebo por culpa del profesor, dejare de estudiar, al igual que si cuando te chillo es por tu culpa que me haces enfadar, yo no tendré que controlarme.
    De igual modo, con elementos positivos tampoco es bueno. Si gano un concurso de dibujo será debido a la suerte, no a que dibuje bien.


  • Cuando atribuimos todo a factores internos, nos echamos la culpa de todo lo que ocurre, independientemente de que hayan podido influir otros factores o no.
    Así, por ejemplo, si mi equipo de trabajo no ha conseguido sus objetivos, será por mi culpa que he hecho mal mi parte.

En el equilibrio está la virtud. Puede parecer intrascendente pero el que tendamos hacia un sentido u otro puede influir muy negativamente en nosotros.

Así hay teorías acerca de la depresión que hablan, entre otros factores, de un déficit atribucional como desencadenante y mantenedor de ésta. Así una persona deprimida,tendrá los siguientes problemas atribucionales:

  • Interna/externa atribuirá todo lo negativo de manera interna, siendo todo culpa suya. Sin embargo las cosas buenas que le pasan siempre son externas, ya que no tienes que ver con ellas. Por ejemplo: Si saco un diez en matemáticas es porque el examen era demasiado fácil. Si suspendo es culpa mía porque soy un desastre.




  • Estable/Inestable tiene que ver con que si las cosas son siempre así o si van cambiando. Siguiendo con el mismo ejemplo,si hago una atribución estable, tenderé a pensar que siempre suspendo todos los exámenes, luego no valgo para estudiar. Si, por el contrario, mi atribución es inestable, veré que hay exámenes de matemáticas que suspendo y otros que apruebo, luego tan mal no lo haré. Una persona con depresión tiende a interpretar todos los sucesos negativos como algo estable y que no va a cambiar.

  • Global o específica se relaciona con que si lo que nos ocurre se da en todos los ámbitos ( entonces sería algo global) o si , sin embargo, sólo se da en un ámbito de nuestra vida (específico). Siguiendo con nuestro ejemplo, si interpretase el suspenso de manera global, daría por hecho que en todas las asignaturas voy a suspender, ya que no se me da bien estudiar. Sin embargo, si lo interpretase de manera específica vería que es posible que las matemáticas se me dieran mal, pero que hay otras asignaturas que domino, luego es esa área en específico la que tengo que mejorar.


En conclusión, tenemos que prestar especial atención a nuestras atribuciones, intentando encontrar ese equilibrio que nos llevará a atribuirnos sólo aquellas cosa de las que somos realmente responsables, tanto buenas como malas y a hacerlo de la manera adecuada.
Si vemos que tenemos problemas en ese ámbito y, sobre todo, si vemos que tenemos tendencia a atribuir todo de una manera interna, estable y global, quizá sea el momento de consultar a un especialista que nos ayude a cambiar.

martes, 1 de diciembre de 2015

Trastorno dismórfico corporal: cuando hay una parte de nuestro cuerpo que odiamos

Muchos de nosotros habremos fantaseado en algún momento de nuestra vida con mejorar algo de nuestra apariencia. Sin embargo hay personas que aun teniendo una apariencia totalmente normal imaginan que son tan feas que les resulta imposible interaccionar con los demás o actuar de forma normal por miedo a que la gente se ría de su fealdad. Estas personas padecen lo que se llama trastorno dismórfico corporal.


¿En qué consiste?

Es la preocupación por algún defecto imaginario en la apariencia por parte de alguien que en realidad tiene un aspecto razonablemente normal. La persona debe cumplir los siguientes criterios:

  • Preocupación por un aspecto imaginario del aspecto. Si existe una ligera anomalía física la preocupación de la persona es marcadamente exagerada. Es decir, que aunque haya un aspecto determinado de su apariencia que sea negativo, la persona reacciona de una manera desproporcionada ante él
  • Esta preocupación marca una ansiedad o un perjuicio significativo en el ámbito social, laboral y demás áreas importantes de la vida. En definitiva, que afecta a la vida cotidiana de la persona en aspectos importantes para ésta
  • La preocupación no se debe a cualquier otro trastorno mental.




¿Cómo se comporta una persona con este trastorno?

Son personas que lo pasan muy mal, avergonzadas continuamente por un aspecto de su apariencia que creen muy llamativo y negativo. Pueden estar todo el día observándose en espejos o superficies reflectantes para comprobar si ha habido algún cambio o, por el contrario evitar cualquier espejo por no soportar mirarse en él.

Otras veces pueden también intentar esconder su defecto, ya sea con gorros, barbas o maquillaje o aseo excesivo.

Tienen además lo que se denominan “ideas de referencia”, es decir piensan que todo lo sucedido en su mundo se relaciona en cierta forma con ellos, en este caso, con su defecto imaginario. Pueden llagar a pensar que los demás pueden percibir ( o están percibiendo) su supuesto defecto, e incluso burlarse y hablar de él / ella a sus espaldas.

Por otro lado, también puede dar lugar a un aislamiento social, ya que algunas personas pueden llegar a abandonar la escuela o el trabajo, evitar el ir a entrevistas laborales, e incluso, el llegar a salir sólo de noche, de manera que ese supuesto defecto no se vea. Además tenderá a evitar cualquier relación social, descuidándolas y deteriorándose éstas.

¿Cómo suelen reaccionar a las opiniones de los demás?

Por mucho que las personas de su entorno les aseguren que no ven ningún problema en su apariencia, están convencidos de que su visión es exacta y no distorsionado y que los demás, o bien le están mintiendo por no acomplejarle más o bien para burlarse de él o ella.

¿Que relación hay entre estas personas y la cirugía?

A consecuencia del defecto que creen tener, recurren mucho a odontólogos, dermatólogos y, sobre todo, cirujanos plásticos para que corrijan dichos defectos. Sin embargo, por muy bien que quede la operación no suelen quedar satisfechos, somentiéndose a gran cantidad de ellas ya sea porque nunca llegan nunca a considerar que su defecto a desaparecido o porque pasan a encontrarse otro defecto que es el que quieren operar después.

¿Hasta que punto puede llegar a afectar a la persona?

Tal y como se ha comentado anteriormente este su puede condicionar de tal modo la vida de la persona que puede llegar a asociarse con otros trastornos como depresión, anorexia o fobia social e incluso llevar a ideas de suicidio.


Conclusión
 
Con esto no quiero decir que el que nos guste o no una parte de nuestro cuerpo vaya a conducir a este trastorno, pero sí que hay que estar alertas cuanto este defecto empieza a afectar a otras áreas de nuestra vida, ya que entonces convendría acudir a un psicólogo para que nos ayude.


Si fuera un monstruo...





martes, 24 de noviembre de 2015

¿Cómo te hablas? El poder de nuestro lenguaje interno

Aunque no nos demos cuenta, nuestro lenguaje interno influye muchísimo en como interpretamos las situaciones, en cómo nos sentimos y como aprendemos a valorarnos y a tratarnos.
Muchas veces somos nuestros peores jueces y críticos, tratándonos de una manera que no reservaríamos ni para nuestro peor enemigo. Y el problema es que muchas veces ni siquiera somos conscientes de ello.

¿Alguna vez has pensado así?

  • Interpretar todo en términos de absolutos: es decir, o todo va bien y es maravilloso o todo va mal y es un desastre. Hay que tener cuidado con las palabras siempre, nunca, todos... porque caen como losas sobre nuestras cabezas. Así, no es lo mismo pensar “lo hago todo mal” que pensar “aquí me he equivocado, pero ayer lo hice estupendamente. No tengo porqué hacer todo perfecto”.




  • Quedarnos sólo con lo negativo y no dar valor a lo positivo. Así, por ejemplo, si nos preguntan qué tal nos ha ido el día, podemos decir: “Un desastre, he perdido el autobús, he legado arde a trabajar y encima había mucho papeleo”, y no dar importancia a que además de todo eso, hemos resuelto un problema muy complicado y el jefe nos ha felicitado.
    Además, cuando hacemos algo bien está presente la idea de que “era nuestro deber” por lo que no tiene ningún mérito. Está claro que el deber de un bombero es apagar fuegos, el de un maestro enseñar a los niños y el de un agente de seguros tramitarlos, pero no por ello tienen menos mérito cuando acuden a un incendio, ayudan aun niño a que entienda una idea particularmente difícil o solucionen a un cliente un problema serio. Sólo nosotros sabemos lo que nos cuesta hacer las cosas, pues felicitémonos por aquellas que consideremos difíciles al igual que nos castigamos cuando hacemos algo mal.

  • Adivinar lo que va a pasar. Tendemos a anticipar demasiado las cosas, dándoles demasiadas vueltas. Preocupémonos lo justo ( en este post explico cómo controlar las preocupaciones) y dejemos el predecir el futuro a los adivinos.


  • Dejarnos llevar por las emociones, especialmente las negativas, como el enfado o la tristeza. Cuando tenemos un emoción negativa muy fuerte todo lo que pensemos va a estar influenciado por ella. Así, si un día estamos tristes y empezamos a analizar nuestra vida la veremos mucho más negativamente que si estamos alegres. Lo mismo pasa si estamos muy enfadados. El efecto es parecido a cuando estás muy enfadado o triste y tras dormir te levantas viendo las cosas de otra manera.

  • Centrarnos en cómo Deberían ser las cosas o en como deberíamos comportarnos nosotros mismos o los demás. No hacemos más que ponernos normas y de sentirnos mal al no cumplirlas. Es mucho más útil cambiar el debería por me gustaría. Así, por ejemplo:

    • Debería adelgazar” por “me gustaría perder peso, voy a ver que cosas puedo hacer para ello, pero asumo que es un proceso lento y que necesito constancia”.

    • No debería equivocarme” por “no me gustaría el equivocarme otra vez, pero asumo que soy human@ y que es inevitable el hacerlo. Para la próxima tendré más cuidado”.
       
    • Debería estar contenta” porme gustaría estar contenta, pero no puedo estar así todo el rato. Voy a ver que cosas me están afectando y ver que puedo cambiar. Si veo que no puedo solo, entonces pediré ayuda”.
       
    • Mi suegra no debería ser así”,por “Está claro que me gustaría que mi suegra fuera de otra manera, pero no puedo cambiarla. Voy a pensar como tratarla de la manera adecuada y no dejaré que sus comentarios me afecten.”


  • Etiquetarnos a nosotros mismos o a los demás. Nuestro cerebro intenta usar los menos recursos posibles, recurriendo muchas veces a atajos. Estos funcionan bien algunas veces pero otras veces no.
    Pongamos como ejemplo que voy andando con un jarrón en las manos y que éste se me cae al suelo. Automáticamente me vendrá a la cabeza la frase “que torpe eres, Sara”, etiquetándome así. 
    El problema es que si nos lo decimos o nos lo dicen muchas veces nos lo acabamos creyendo. La manera más sana es describir la situación tal y como ha sido: “no me ha gustado que se me cayera al suelo, pero de todas las veces que he llevado algo en las manos ésta es la primera que se me cae algo al suelo, luego tan torpe no seré”
    Por otro lado, también hay que distinguir entre el verbo ser y estar. No es lo mismo ser torpe que estar un poco torpe ese día, ni ser tonto que estar un poco atontado.

    En definitiva, una buena pauta es pensar en cómo hablamos a la gente a la que queremos y empezar a hacer lo mismo con nosotros mismos ¿O no nos lo merecemos?

lunes, 2 de noviembre de 2015

Culpabilidad. Aprende a librarte de ella

¿Qué es la culpa? Es la consecuencia de una falta que hemos cometido o de un perjuicio que hemos ocasionado a alguien.
Una sensación asfixiante que acaba por estropearnos los buenos momentos de la vida, una sorda impresión de haber hecho algo mal, de haber causado un daño.
Estos sentimientos pueden adueñarse de nuestra existencia y arruinar nuestro bienestar.¿Qué hacer con ella?


Antes de nada, debemos diferenciar entre dos tipos de culpabilidad:
  • Culpabilidad sana: sentimientos que aparecen como consecuencia de una falta manifiesta o de un perjuicio real que le hemos causado a alguien. Esta culpabilidad es como un policía interior cuyo fin es:
    • Incitarnos a respetar las reglas en vigor, a no perjudicar a los demás
    • Castigarnos cuando infringimos esa reglas...con los malos momentos que pasamos culpabilizándonos.

  • Culpabilidad mórbida: es aquella que aparece sin necesidad de una falta objetiva. Por ejemplo: sentirse culpable por ser más brillante que el resto de tus hermanos/as o sentirse culpable por llevar a un hijo a la guardería para retomar una actividad profesional.


Es este tipo de culpabilidad, la mórbida, la que tenemos que aprender a controlar. Aquí van algunas pautas:
  • Aprende a identificar a los culpabilizadores y a huir de ellos, es decir, de personas con una habilidad especial para hacernos sentir culpables. Los rasgos de una persona culpabilizadora son:

      • Se está quejando casi siempre.
      • Suele ser buen conversador y encantador.
      • En general, suele ser apreciado.
      • Nunca tiene la culpa si las cosas se tuercen.
      • Te hace creer que es culpa tuya si las cosas no van bien.
      • Te hace creer que su felicidad está en tus manos.
      • No te acusa directamente, sino de forma retorcida y sutil.
      • Te sientes culpable en su presencia.
      • Tienes la impresión de hacer las cosas mal.
      • Intentas cambiar para darle satisfacción
      • Te culpabilizas.

  • Este tipo de culpabilidad aparece cuando creemos que los demás se van a sentir heridos. Así, siguiendo los ejemplos anteriores mis hermanos se sentirán heridos si saco mejores notas que ellos o mi hijo se habrá sentido herido por llevarlo a la guardería. Sin embargo, tenemos que darnos cuentas que no somos los responsables de la felicidad de los demás, sino tan sólo de la nuestra. Así no es la situación o las acciones de los demás lo que me hace feliz o triste, sino el cómo es la persona y lo que pienso de dichas situaciones.

  • Hay que tener cuidado con la victimización. Hay personas a las que les gusta hacerse la víctima y hacernos responsables del peso de sus decisiones culpabilizándonos.


    Por ejemplo, imaginemos que una madre anciana le pide a su hijo que la lleve a ver a una amiga, pues no tiene otro medio de transporte. Sin embargo, el hijo tiene otros planes y le dice que no. Su madre le dice entonces “Podías hacerme es pequeño favor. Sabes que no tengo coche. Ya no salgo casi nada, no me gustaría tener que renunciar también a esto. Piensa en todas las veces que me he sacrificado por ti cuando eras pequeño...” el hijo se siente culpable y cede a regañadientes.
    Aquí el hijo se siente culpable de la tristeza de la madre si no va a ir a ver a su amiga. Sin embargo, es la madre la que decide que no irá ni de otra forma ( pedírselo a otra persona, taxi, transporte público) ni en otro momento. Además, decide renunciar a esta visitas si su hijo no la lleva, mostrando abiertamente su desamparo y tristeza si la visita no puede realizarse.Se ha convertido en una víctima de la decisión de su hijo, aun cuando esto no es así.
    Aquí podría haber muchas soluciones, pero al haber elegido la madre justo la única que no es viable es ella la que, con sus propias decisiones, ha decidido quedarse sin visitar a su amiga y sentirse infeliz.


  • Permitirnos el poder sentirnos bien aun cuando hay personas que no lo hacen, por ejemplo, cuando tenemos trabajo y alguien de nuestro alrededor está en el paro. Claro que queremos que esa persona esté bien y tenga trabajo pero no por ello no vamos a poder disfrutar del nuestro.


  • Darnos cuenta de que no somos omnipotentes, es decir, no podemos ser responsables de todo. Se habla de omnipotencia ilusoria cuando nos culpabilizamos por cosas sobre las que no tenemos poder. Por ejemplo, responsabilizarnos del alcoholismo de nuestra pareja o de las malas notas de nuestro hermano en clase.


En definitiva, depende de nosotros el sentirnos o no culpables, teniendo una cosa muy clara, somos los últimos responsables de nuestra felicidad.